
Ningún profesional dedicado a la docencia puede negar la seguridad que aporta seguir un libro y repetir año tras año lo que decimos y hacemos en clase. Nosotras nacimos en los 80, nuestra educación está basada en clases magistrales, pizarra y tiza, en donde el profesor parecía poner su “play” y se dejaba llevar por aquello que repetía cada año con hojas amarillentas, testigo del paso del tiempo y hasta letra de máquina de escribir. No importaba que el grupo fuera otro, que en la clase de un nuevo curso escolar contara con alumnos con altas capacidades, de incorporación tardía con un problema idiomático o con algunos alumnos con medidas ordinarias o específicas, la teoría y los ejercicios eran los mismos. Tras algunos años de docencia así, llega un día y nos dicen, entre directrices de centro y leyes de educación, que se trabaje por proyectos, sin libros pero desde experiencias de aprendizaje que sean atractivas para nuestros alumnos, proponiendo retos y preguntas que “muevan” su interés. Lo primero que pensamos fue…. ¿Cómo? ¿Qué? ….
Bueno comenzamos realizando algunos cursos, pero coincidiréis con nosotras que, es muy complicado, encontrar un curso que sea práctico y real; porque si te dicen que los chicos se van a implicar en cada actividad, tu piensas en tu realidad, en tu clase de la ESO, en ese “Manolito” que no hace nada en clase, que además mueve a otros tres o cuatro, que no trabajan y que él y otros muchos más, muestran indiferencia por todo lo que planteas en clase; si en el curso de formación del profesorado se expone “buscar un tema que atraiga al alumnado”, tú piensas…umm ecuaciones de grado mayor que dos, ecuaciones no polinómicas, TRIGONOMETRÍA…

Nosotras empezamos la aventura en nuestras materias, Tecnología y Matemáticas, con determinación, buscando en primer lugar un nombre atractivo para nuestros proyectos y partiendo de nuestra realidad de aula, con la diversidad de alumnado a los que teníamos que llegar. Se trata de la fase inicial. Os aconsejamos ser también observadores en el aula, aprender de los intereses de nuestros alumnos, temas como últimos tiktoks o algunas fakenews compartidas en redes pueden servirnos de apoyo, al fin y al cabo se trata de sumergirnos en su mundo.Como dice Juanjo Vergara (Pedagogo y experto en innovación educativa y metodologías activas) “Solo se aprende lo que emociona. Solo se enseña lo que seduce”.

Debemos elaborar preguntas, cuestiones que seguramente ellos no se van a plantear puesto que pertenecen a una sociedad de la inmediatez y de “ si no me lo dicen… yo ni lo pienso”, pero que, una vez verbalizadas, pueden con ellas ver la importancia que tienen, y además esas preguntas deben ser planteadas desde el reto: serías capaz de…, podrías hacer que…., qué harías si…., cómo actuarias en su lugar… para que los más competitivos vean un desafío en las actividades propuestas.
Una vez lanzada la bomba, el cambio siempre supone tambalear todos los pilares, pasamos a la fase de aplicación, del desarrollo. Ahora era el momento de pensar en actividades diferentes y motivadoras que facilitaran el desarrollo de los contenidos, pero a la vez con el reto de llegar a cada alumno, independientemente de sus características, ya que nuestro objetivo es, sobre todo, ofrecer equidad educativa en nuestras aulas. La experiencia y la puesta a prueba en el aula nos ha ayudado a ir reconduciendo y adaptando las propuestas iniciales.

A partir de asumir el reto del trabajo por proyectos, en esta fase de desarrollo, tuvimos que entender y asimilar que nuestro concepto de aula también iba a cambiar, alumnos sentados y copiando por alumnos protagonistas, se iban a levantar en algunas actividades, a moverse, a relacionarse con otros compañeros/as y a investigar en otras fuentes, diferentes a lo que veían en la pizarra. Hemos salido de nuestra zona de confort, hemos sufrido, ¿por qué no decirlo?
Y hasta en ocasiones, somos sinceras al decir que hemos dudado, dudado de si íbamos por el buen camino y nuestros chicos estaban asimilando correctamente los contenidos, no olvidemos la tranquilidad que dan las largas y tediosas hojas y fichas de ejercicios. Ese momento de duda merece una “Reflexión”, un parar y comprobar como decimos nosotras, y en eso contamos con varias técnicas: “pruebas evaluables” con las que comprobar si están entendiendo bien lo que están trabajando, un Quizlet o hasta un flippedclassroom o coloquialmente ”clase invertida”, con la que unos alumnos voluntarios o “voluntariamente seleccionados y elegidos por nosotras” salen a la pizarra y adoptan nuestro rol, el rol de profesor, y explican conceptos a los compañeros.
Podéis ver un ejemplo en el vídeo que hemos compartido se trata de una día en 1ºESO, en el que estábamos trabajando el tema de Estadística, más concretamente “La Recogida y Organización de datos”, en el que debían investigar por su cuenta para qué sirven las tablas de frecuencias estadísticas y elaborar una, según la variable estadística que ellos mismos seleccionaron y de la que hicieron una recogida de datos de compañeros de otros cursos.

En definitiva, el trabajo por proyectos supone un reto para nosotras ya que, debido a la diversidad de los alumnos en el aula, nuestras programaciones deben estar sujetas a cambios constantes. En nuestro cole se apuesta por las nuevas metodologías, las TICS y todo lo que ello conlleva, aplicaciones como videoScribe, Padlet, Stop Motion… y además de esto, nosotras estamos convencidas del cambio, ya que podemos evidenciar numerosas experiencias de éxito en nuestro alumnado.
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